
Todos pasamos por momentos donde sentimos que hemos perdido el rumbo. Lo importante es saber que siempre se puede comenzar de nuevo. El primer paso es detenerse y evaluar qué aspectos de tu vida ya no te hacen bien.
No necesitas tener todo resuelto para avanzar. Comienza con pequeñas metas diarias: despertarte más temprano, ordenar tus ideas, hablar con alguien de confianza. Las acciones simples pueden marcar un punto de partida poderoso.
Recordá que reiniciar no es retroceder. Es una oportunidad para reconstruirte con más conciencia y experiencia. Aprender a empezar otra vez también es una forma de crecer.