
Caminar es una de las formas más sencillas y accesibles de actividad física, pero también una de las más poderosas. Diversos estudios han demostrado que una caminata diaria de al menos 30 minutos ayuda a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, hipertensión y algunos tipos de cáncer. Además, mejora la circulación, fortalece músculos y huesos, y contribuye al mantenimiento de un peso saludable.
Más allá de los beneficios físicos, caminar tiene un impacto directo en la salud mental. Al hacerlo, el cuerpo libera endorfinas, conocidas como las “hormonas de la felicidad”, lo que reduce el estrés, mejora el estado de ánimo y puede aliviar síntomas de ansiedad o depresión leve. Incluso se ha comprobado que caminar en espacios verdes potencia la creatividad y la claridad mental.
Incorporar este hábito en la rutina diaria no requiere grandes cambios: se puede comenzar bajando una parada antes del transporte, caminando después del almuerzo o eligiendo escaleras en lugar de ascensores. A largo plazo, este gesto tan cotidiano puede marcar una diferencia profunda en la calidad de vida.