El fallecimiento de Fidel Herrera Beltrán, exgobernador de Veracruz, ha reavivado las controversias en torno a su gestión entre 2004 y 2010, marcada por señalamientos persistentes sobre una posible relación con el cártel de Los Zetas. Aunque el exmandatario negó de forma reiterada cualquier vínculo con grupos criminales, diversas investigaciones periodísticas y testimonios sugieren que durante su administración pudo haberse ejercido cierta permisividad frente a las operaciones de esta organización delictiva.
Como consecuencia directa, su legado político permanece bajo una sombra de sospecha, intensificando el debate público sobre la penetración del crimen organizado en las estructuras gubernamentales de Veracruz durante ese periodo. Pese a no haber enfrentado procesos judiciales por estas acusaciones, su figura continúa siendo motivo de análisis crítico en la opinión pública y en los círculos políticos nacionales.
Para las víctimas de la violencia en el estado y para quienes exigen verdad y justicia, las acusaciones que persisten tras su muerte representan un pendiente relevante en la historia reciente de Veracruz. La documentación existente y los reportajes de investigación continúan siendo fundamentales para esclarecer el grado de influencia que pudo haber tenido el crimen organizado en las decisiones del poder estatal bajo su liderazgo.