Aunque muchas personas aparentan un alto desempeño en su vida cotidiana, algunas luchan en silencio con una condición cada vez más reconocida: la ansiedad funcional. A diferencia de otros trastornos de ansiedad, quienes la padecen suelen ser personas organizadas, exitosas y proactivas, pero internamente experimentan una presión constante, miedo al fracaso y necesidad excesiva de control. Esta forma de ansiedad no paraliza, pero sí desgasta profundamente.
Síntomas comunes y cómo distinguirla
La ansiedad funcional puede pasar desapercibida precisamente porque no interfiere directamente con el rendimiento externo. No obstante, puede manifestarse en síntomas como insomnio, irritabilidad, perfeccionismo extremo, sobrepensamiento y dificultad para desconectarse del trabajo o las responsabilidades. Las personas afectadas suelen tener un diálogo interno crítico y una autoexigencia elevada que, a largo plazo, puede generar agotamiento emocional o incluso trastornos físicos.
Cuándo buscar ayuda y qué hacer al respecto
Reconocer esta forma de ansiedad es el primer paso para abordarla. Es recomendable acudir a un profesional de salud mental si estos síntomas son persistentes y afectan la calidad de vida. Estrategias como la terapia cognitivo-conductual, el mindfulness y el establecimiento de límites saludables pueden ayudar a recuperar el equilibrio. No es necesario “tocar fondo” para recibir ayuda; prevenir el desgaste también es una forma de autocuidado.