Una alimentación equilibrada puede reforzar nuestro sistema de defensa natural. Alimentos como cítricos (naranjas, limones), pimientos y fresas son ricos en vitamina C, fundamental para prevenir resfriados. Por su parte, el brócoli y las espinacas aportan vitamina A y E. Los frutos secos, semillas y aceite de oliva elevan tus niveles de vitamina E y selenio.
Alimentos funcionales y fitoquímicos
El ajo, la cebolla y el jengibre ofrecen propiedades antiinflamatorias y antimicrobianas. El yogur con probióticos mejora la flora intestinal, clave en la función inmune. Las bayas (arándanos, frambuesas) contienen antioxidantes como los polifenoles que modulan la respuesta inmunológica. Integrar estos alimentos fortalece el cuerpo desde distintas vías biológicas.
Proteínas magras y hierbas naturales
Las proteínas provenientes de legumbres, pescado, huevos y carnes magras facilitan la producción de anticuerpos esenciales. El té verde y tés de hierbas (tomillo, equinácea) contienen compuestos que reducen la inflamación y estimulan las defensas. Mantener una adecuada ingesta proteica y de líquidos apoya tu salud general y tu sistema inmunológico.
Estilo de vida que acompaña la nutrición
No basta con comer bien; necesitas complementar con hábitos saludables. Dormir 7–8 horas, hacer ejercicio moderado y manejar el estrés diario fortalecen tu sistema inmune. Evita el consumo excesivo de azúcar y alimentos ultraprocesados. Comer bien, complementado con bienestar físico y mental, multiplica los efectos positivos en tu salud.