Una red de lealtades familiares fortalece al CJNG

Infobae

El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) ha evolucionado su estrategia interna más allá del uso de la violencia y el control territorial, adoptando mecanismos de cohesión basados en vínculos familiares y relaciones sentimentales. Según versiones preliminares, figuras como «La Negra» y «El Chorro» ilustran esta tendencia en la que las alianzas matrimoniales y de parentesco funcionan como elementos clave para reforzar la confianza dentro de la organización. Aparentemente, estas uniones no responden únicamente a afectos personales, sino que operan como una estructura paralela de lealtad, en la que el compromiso familiar contribuye a blindar las operaciones del cártel.

El poder más allá de la jerarquía

En lugar de depender exclusivamente de esquemas jerárquicos convencionales o del temor impuesto por la fuerza, el CJNG estaría consolidando una forma de gobierno interno basada en la cercanía emocional y genética entre sus integrantes. Esta estrategia, según se presume, reduce el riesgo de infiltración por parte de las autoridades y refuerza los lazos internos, dificultando las traiciones y deserciones. La inclusión de familiares en roles operativos clave añade una capa de seguridad emocional a las relaciones internas, que se vuelve crítica en contextos de alta presión y vigilancia externa.

Una organización más resiliente y opaca

La consecuencia directa de esta dinámica relacional es una mayor resiliencia estructural. Al entrelazar a sus operadores mediante lazos afectivos y sanguíneos, el CJNG consolida una red en la que la confianza mutua se vuelve un activo estratégico. Esta configuración, aparentemente, incrementa la opacidad del grupo, haciendo más difícil para las autoridades identificar, penetrar o fracturar su núcleo organizativo. Además, al contar con una base leal y emocionalmente comprometida, se amplían las posibilidades de continuidad operativa, incluso si se pierde a uno o varios líderes clave.

Desafíos para las autoridades

Esta forma de consolidación interna representa un reto adicional para los cuerpos de seguridad e inteligencia, que tradicionalmente han basado sus tácticas de desmantelamiento en la identificación de jerarquías formales y estructuras operativas. Las alianzas personales dentro del CJNG exigen ahora nuevos enfoques investigativos, capaces de mapear redes familiares, vínculos sentimentales y círculos íntimos, lo cual eleva el grado de complejidad en las tareas de monitoreo, seguimiento y captura de integrantes clave. En este contexto, las filtraciones o traiciones internas —instrumentos útiles en otros operativos— se vuelven menos frecuentes y confiables.

Reconfiguración del crimen organizado

El modelo observado en el CJNG puede marcar un cambio estructural en el crimen organizado mexicano, que estaría transitando hacia formas de operación más sofisticadas y socialmente enraizadas. Esta fusión de lo personal y lo criminal refleja una evolución que desafía las estrategias tradicionales de combate, obligando al Estado a replantear sus mecanismos de intervención. El uso de la familia como red de contención interna demuestra que la organización busca no solo controlar territorios, sino también consolidar un tejido interno sólido, que sea resistente a las divisiones y capaz de sostenerse ante las presiones externas del sistema de justicia.