Mejor con Salud

Postergar tareas importantes hasta el último momento no es solo falta de voluntad: la procrastinación tiene raíces emocionales y cognitivas más complejas. Según estudios en psicología, muchas veces procrastinamos porque asociamos la tarea con ansiedad, aburrimiento o miedo al fracaso. Entonces, en lugar de afrontarla, el cerebro busca distracciones más placenteras, aunque sean improductivas.

El problema es que este alivio momentáneo se convierte en un ciclo de culpa, estrés y baja autoestima. Entre más posponés algo, más difícil se vuelve retomarlo, lo que afecta tu productividad y bienestar. Y no se trata solo de pereza: incluso personas organizadas y responsables pueden caer en la procrastinación por miedo a no cumplir con las expectativas.

Para vencerla, es útil dividir las tareas grandes en partes pequeñas, establecer tiempos cortos de enfoque (como la técnica Pomodoro) y recompensarte al avanzar. También ayuda identificar las emociones que te hacen evitar esa actividad. Entender por qué procrastinás es el primer paso para dejar de hacerlo.

Publicado por: Editor Minuto30

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