
México se ha consolidado como un actor fundamental para que Estados Unidos logre una ventaja estratégica en su competencia comercial con China. Esta realidad refleja la creciente importancia del país latinoamericano en la reconfiguración de las cadenas globales de suministro y en la búsqueda de resiliencia económica por parte de Washington. La proximidad geográfica y los acuerdos comerciales vigentes entre ambos países ofrecen una alternativa viable para disminuir la dependencia de la manufactura asiática y fortalecer la posición económica estadounidense.
Nearshoring y relocalización de manufactura
El fenómeno del nearshoring y la relocalización de operaciones industriales son los pilares de esta dinámica. Empresas estadounidenses y asiáticas están trasladando sus procesos de producción a México para aprovechar la cercanía al mercado norteamericano y las ventajas del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC). Este movimiento, motivado por la necesidad de mitigar riesgos geopolíticos y reducir costos logísticos, convierte a México en un puente esencial para la fabricación de bienes dirigidos a EE. UU., posicionándolo como un competidor frente a la manufactura china.
Impacto económico y futuro
Una consecuencia directa de este papel estratégico es el aumento considerable de la inversión extranjera directa (IED) en México, especialmente en sectores manufactureros y tecnológicos. Esta entrada de capital no solo impulsa el crecimiento económico local, sino que también favorece la creación de empleos y la transferencia tecnológica. Al consolidarse como un centro neurálgico para la producción destinada al mercado norteamericano, México reafirma su rol como socio comercial indispensable para Estados Unidos, contribuyendo así a la estrategia de Washington para equilibrar la balanza en la competencia económica global.