
El envejecimiento acelerado de la población mexicana está generando una alerta entre especialistas en salud, derechos humanos y políticas públicas. De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 2023 el 14.7 % de los habitantes del país tenían 60 años o más, y las proyecciones indican que esta proporción podría elevarse a un 27.7 % en 2050. En este contexto, expertos han advertido que la improvisación en el cuidado de los adultos mayores no solo es insuficiente, sino que representa, presuntamente, una forma de violencia por omisión. Esta situación plantea un desafío estructural que, de no atenderse a tiempo, podría derivar en una crisis social de grandes proporciones.
El país envejece sin preparación suficiente
Aparentemente, México se está acercando a un punto crítico sin haber desarrollado infraestructura adecuada, políticas públicas específicas ni sistemas integrales de apoyo para enfrentar las implicaciones del envejecimiento. La advertencia, formulada por especialistas como Solórzano, señala que se está gestando una “crisis silenciosa” con efectos profundos tanto a nivel humano como institucional. La falta de preparación estructural deja a millones de personas mayores expuestas a condiciones de abandono, desatención médica y exclusión social, mientras las familias enfrentan cargas cada vez más difíciles de sostener sin respaldo del Estado.
Abandono y desprotección: consecuencias inmediatas
Una consecuencia directa de esta falta de previsión es el incremento de casos de vulnerabilidad extrema entre personas mayores, incluyendo abandono, negligencia y deterioro físico y emocional. En muchos casos, los adultos mayores no cuentan con redes de apoyo sólidas, ni con acceso a servicios de salud especializados, y mucho menos con opciones institucionales dignas para su cuidado. Esta situación también repercute en el sistema de salud pública, que enfrenta una presión creciente sin contar aún con un modelo de atención geriátrica efectivo ni escalable. La ausencia de respuestas institucionales coordinadas está, presuntamente, convirtiendo el envejecimiento en una carga insostenible para muchas familias mexicanas.
Necesidad de una estrategia nacional de atención integral
Frente a este panorama, especialistas subrayan la urgencia de una política nacional articulada y transversal, que contemple el desarrollo de infraestructura adecuada, el fortalecimiento de los servicios de salud geriátrica, y programas de apoyo económico y social para personas mayores. Se requiere una visión de largo plazo que reconozca el envejecimiento poblacional como una prioridad estratégica y no como una eventualidad lejana. La inclusión del tema en la agenda pública y legislativa debe ir acompañada de asignación de recursos, voluntad política y participación de la sociedad civil organizada, para diseñar soluciones sostenibles y con enfoque de derechos humanos.
Un reto ineludible para el futuro del país
El desafío del envejecimiento no es exclusivo de México, pero su impacto será particularmente severo si no se actúa a tiempo. El abandono de adultos mayores no debe normalizarse ni considerarse un efecto colateral inevitable. Al contrario, representa una señal clara de que los sistemas actuales están fallando en garantizar una vejez digna y segura. La construcción de una red nacional de cuidados, el impulso a la formación de profesionales en gerontología y la promoción de modelos de corresponsabilidad entre Estado, familia y comunidad son acciones que, aparentemente, ya no pueden postergarse.