Porque Quiero Estar Bien

El cine de terror despierta emociones intensas sin ponernos en verdadero peligro, lo que el cerebro interpreta como una experiencia estimulante pero segura. Ver una película de miedo activa la amígdala, encargada de procesar el miedo, liberando adrenalina y dopamina.

Esa combinación hormonal puede generar una sensación de euforia al terminar la película, parecida a la que sentimos después de subirnos a una montaña rusa. Además, compartir ese momento con otros refuerza vínculos sociales al experimentar juntos una emoción intensa.

Por eso, aunque sepamos que es ficción, el cuerpo reacciona como si fuera real, y eso nos resulta entretenido. La clave está en el contexto: cuando elegimos asustarnos, lo disfrutamos; cuando el miedo es inesperado, lo sufrimos.

Publicado por: Editor Minuto30

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