
Tener el clóset desorganizado puede hacerte perder tiempo, energía y hasta dinero. Pero organizarlo no tiene que ser una tarea eterna: con el método adecuado, podés hacerlo en menos de una hora. Empezá sacando toda la ropa y clasificándola en tres grupos: lo que usás, lo que no y lo que podés donar o arreglar.
Después, priorizá la funcionalidad: colgá lo que más usás a la vista, doblá lo que se arruga menos y usá cajas o separadores para accesorios. Un truco clave es organizar por colores o por tipo de prenda, así encontrarás todo más rápido y armar looks será más fácil.
Para mantenerlo, hacé una revisión rápida cada mes y no acumulés cosas que no usás. Un clóset organizado no solo libera espacio físico, también despeja tu mente y te ayuda a empezar el día con más claridad y confianza.