
Cuando estamos nerviosos, el cuerpo activa una respuesta de “lucha o huida”, enviando más sangre a los músculos y menos al sistema digestivo. Esa alteración en el flujo sanguíneo provoca esa sensación particular en el estómago que conocemos como “mariposas”.
También influyen las hormonas como la adrenalina y el cortisol, que alteran la motilidad intestinal. Esta reacción es tan común que incluso se estudia en el campo de la psicogastroenterología, una disciplina que explora la conexión entre mente e intestinos.
Sentir mariposas no solo es normal, sino que puede interpretarse como una señal de que algo te importa. Reconocer esa emoción en lugar de resistirla puede ayudarte a manejarla mejor en situaciones clave como entrevistas o presentaciones.