
La contaminación lumínica es el exceso de luz artificial mal dirigida que afecta no solo a nuestra capacidad de ver el cielo estrellado, sino también a los ecosistemas y a la salud humana. Se produce cuando la iluminación pública o privada brilla hacia el cielo o se mantiene encendida innecesariamente.
Este tipo de polución puede alterar los ritmos circadianos, afectar el sueño, y desorientar a animales nocturnos como aves migratorias o tortugas marinas. También contribuye al consumo energético innecesario y a la pérdida de la conexión con el entorno natural.
¿Cómo reducirla desde casa?
Usar luces cálidas y dirigidas hacia abajo, instalar sensores de movimiento y apagar las luces cuando no se necesitan son formas simples de combatir esta forma de contaminación invisible pero dañina.