
Enamorarse no solo es sentir mariposas en el estómago: tu cerebro entra en un cóctel químico potente. Se liberan dopamina, oxitocina y serotonina, neurotransmisores que generan placer, apego y euforia. Es por eso que todo se siente tan intenso al principio.
Durante la etapa inicial del enamoramiento, las áreas cerebrales asociadas al juicio crítico se apagan, mientras que las relacionadas con la recompensa se activan. Esto explica por qué a veces idealizamos a la otra persona o ignoramos ciertas señales.
A medida que la relación se consolida, el cerebro se estabiliza y da paso a una conexión más profunda y duradera. Conocer estos procesos ayuda a entender mejor tus emociones y actuar con más conciencia en las relaciones.